Dominican Cinema

Azul Magia (Critica)

En el cine latinoamericano ha existido muy poca magia. La generación que hoy utiliza el cine para contar historias se ha concentrado más en lo real, en recordar su pasado, en reflejar de la manera más fiel posible lo que tienen a su alrededor. En Latinoamérica parece no haber espacio para la magia y la fantasía en el cine; ni siquiera para el realismo mágico que tanto retrató Gabriel García Márquez.
Hay excepciones claro, de entre las cuales uno recuerda más el trabajo de Guillermo del Toro, en especial su “Laberinto del Fauno”. Mientras el cine latinoamericano se ha concentrado en narrar la vida de infantes durante la dictadura como un retrato crudo y real, del Toro utilizó la fantasía como medio de escape para Ofelia en un mundo gobernado por las atrocidades del franquismo. Pudiéramos destacar “Tabú” de Miguel Gomes y “El Abrazo de la Serpiente” de Ciro Guerra como otras excepciones donde lo fantástico está presente en el cine latinoamericano. Ahí está la importancia de una película como “Azul Magia”. Un filme dominicano, caribeño, latinoamericano que se atreve a retratar lo mágico en el cine en un lugar donde rara vez ocurre a pesar de ser un país lleno de historias fantásticas.
Contada en apenas una hora y veinte minutos, el filme dirigido por Yoel Morales y escrito por Cristian Mojica, tiene bastante claro lo que quiere contar; una pequeña historia de pubertad en donde su protagonista se enfrenta a lo desconocido, a sus temores, al amor y la pérdida de un ser querido. Es también una especie de oda al silencio, algo bastante necesario en el cine local. Los personajes de “Azul Magia”, y la película en sí, no hablan ni hacen ruidos por el simple hecho de generar sonido en momentos en que no los hay y/o no son necesarios. El filme abraza la timidez de su personaje masculino y la ingenuidad y desconocimiento de su personaje femenino y aprovecha lo más posible el silencio, a tal punto que los diálogos tienden a interrumpir la naturalidad de la historia e incluso lo orgánico de las actuaciones.
Y es allí donde se evidencia una de las deficiencias de “Azul Magia”. Mientras que las interpretaciones de Mario Nuñez y Ruth Emeterio juegan muy bien con sus diálogos y la forma en que interpretan sus dialectos, estos parecen un poco problemáticos al momento de ser interpretados por Esmaylin Morel en su rol de Moisés. Existe también la situación de la escena de acción/pelea. Una interminable sucesión de malas decisiones que es el único trago amargo real de la película. Aunque estuvo bien construida, como algo que el “héroe” de la historia debía superar en escenas iniciales; en ese momento el peligro parecía no ser tan real y bueno, la mala coreografía de la pelea aleja a uno bastante de la historia por todo el tiempo que dura. Es también donde la fotografía se torna desubicada. El filme en su mayoría deja descansar cada toma, cada fotograma parece captar con tranquilidad toda la vida que tiene en frente, sin contar que por momentos también es hermosa; pero aquí, en el afán de crear caos y tensión, se pierde ese tono visual encantador que llevaba, y con el que concluye, la película.
Lo que hace de “Azul Magia” una simpática y encantadora experiencia cinematográfica es lo personal que se siente por parte de sus autores. Siempre se ha debatido mucho de la honestidad de las historias dominicanas que vemos representadas en las salas de cine, pero a pesar de la magia que presenta el equipo de Mentes Fritas, existe una idiosincrasia rural que rara vez se ha visto representada en la pantalla grande. La creencia de lo extraordinario, de lo fantástico, la vida simple, la brutalidad honesta de quienes han vivido más que uno en esta tierra; todo representado no con criollismo musical sino con tonalidades que recuerdan las más vivaces aventuras fantásticas de libros, antiguas películas y hasta videojuegos.
Y ya cuando hablamos de magia y fantasía en películas, es imposible obviar el uso de los efectos especiales [la imagen generada por computadora], y aunque el filme de los Mentes Fritas no cuenta con efectos a los que el bombardeo de superhéroes y demás películas hollywoodenses nos tienen acostumbrados, es encantador ver una película que logra tanto con lo poco que tiene. La imagen de un mundo fantástico para un infante en un campo es imaginarse lo mismo que tiene en frente ligeramente diferente y esa es la interpretación que puede lograr esta película. Es también una forma alegórica para que Bel [interpretada por Marselle Jiménez] y la misma audiencia entienda que a pesar de lo parecido, existen diferencias extremas entre ambos mundos.
Si, los efectos puede que no cuenten con la nitidez con que la época nos tiene acostumbrados, pero es encomiable encontrar una película que, primero, tiene sustancia antes que sus efectos especiales, lo que los hace más honestos que la nitidez de un blockbuster hollywoodense que primero se preocupa por estos efectos antes que contar una historia que genere empatía en la audiencia.
Tomemos como ejemplo la película animada dominicana “3 al rescate” de Jorge y Luis Morillo. El filme no falló por el hecho de que su animación no estaba a la altura de los de otros países que ya estábamos acostumbrados a ver, en especial las producciones de Pixar. Aquí el trabajo de voz era desastroso, el guión, la historia y la dirección dejaron mucho que desear. Eso entonces si acentuaba la clara deficiencia que tenía la animación en comparación a películas del extranjero. Ahí está la diferencia en “dejar pasar” la calidad de los efectos en “Azul Magia” y no la animación en “3 al rescate”. Cuando la historia crea empatía, la inmersión es tal que es posible creerse todo lo que vemos en pantalla.
“Azul Magia” es de esas pequeñas películas que recuerdan lo mucho que se puede contar con muy poco. Ahora sólo queda esperar y ver si la historia de este filme supera a quiénes como yo tienen un fanatismo empedernido por historias fantásticas y videojuegos, y si llena las expectativas de una audiencia [la dominicana y por extensión la latinoamericana] que muy rara vez ha visto magia y fantasía en un cine suyo, contado por los suyos. Valga añadir que siendo una película rarísima, “Azul Magia” logra retratar gran parte de la esencia del dominicano con una historia sencilla sin tiempo y sin lugar.
 
Escrito por Orlando Santos, Fuente: CineDominicano

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