Dominican Cinema

Duarte Traición y Gloria (Critica)

Hace poco más de una década, cada enero en mi colegio [como en el de muchos] éramos partícipes de la interpretación de Duarte por parte de Iván García. A medida que pasaban los años, esta representación se sentía anticuada, sí mismo ocurre con su interpretación, y con la película misma, en “Duarte Traición y Gloria”, un producto anticuado y soso que no logra contar una historia ni completarla.
“Duarte: Traición y Gloria” tiene una premisa interesante, similar a la que utilizara Andres Wood en “Violeta se fue a los cielos”. Aquí, las conversaciones entre un Duarte ya viejo [interpretado por García] y el joven Urdaneta son el hilo que dirigirá la historia, pero mientras la gracia de Francisca Gavilán en la película de Wood sirve para ir marcando el tono de la historia de Violeta Parra, las intervenciones de Duarte y Urdaneta parecen no tener ninguna conexión con la historia, más allá de lo que se siente como una constante adulación por parte de Urdaneta hacia Duarte. El problema de estas conversaciones es el enemigo habitual del cine dominicano: el guión. Urdaneta y Duarte aparentan como si no tuvieran nada de qué hablar. Las palabras que salen de los personajes son siempre las mismas: Duarte llora por su tierra y Urdaneta lo complementa, pero al final no dicen nada.
Los inconvenientes del guión se trasladan también a la historia en si. La historia que cuenta “Duarte: Traición y Gloria” parece una adaptación de los libros de historia de Santillana, aquéllos que con solo un par de párrafos resumían años y años de historias [claro porque eran más libros guías que otras cosas] y que, como la película, solo lograban raspar la superficie.
La película, dirigida por Leo Silverio, también sufre de la inexperiencia de su director. Las escenas no están bien construidas y sus actores parecen siempre esperar una orden que nunca llega. El ritmo de la historia es otro que sufre de la inexperiencia: son incontable las veces en las que la película se va a negro en su afán de cambiar a otro segmento de la historia. Al final, no hay nada que una estos momentos históricos y los convierta en una sola historia; es una especie de “check-list” de momentos de Duarte sin la más mínima intención de presentar una historia cinematográfica coherente. Añadan a esto un pobre valor de producción y unos actores que no pueden sacudirse las tablas de encima y tendrán una producción que bajo ninguna circunstancia conectará con la audiencia.
La experiencia en el teatro es lo negativo y lo decente de las interpretaciones [y de toda la producción] de “Duarte”. Josué Guerrero [Duarte joven], Iván García, Judith Rodríguez [Rosa Duarte], Miguel Angel Martínez [Pedro Santana] y Juan María Almonte [Borguella] prestan más atención a sus manerismos y entonaciones teatrales que a lo orgánico que debe ser una actuación de cine. Sin embargo, gracias a esto el recuento de lo que fue La Dramática es lo más decente de la película porque es puro teatro. Tal vez Silverio, considerando a su elenco, debió contar la historia de La Dramática y de la importancia y fuerza que tuvo sobre el pueblo dominicano más que tratar de contar una historia sobre Duarte y la gesta de Independencia.
Al final, Duarte es un ejemplo de lo difícil que es realizar un biopic [y más de época] en cualquier país. Es muy difícil creer en una producción donde los batallones y multitudes son un puñado de personas y donde la fotografía es tan cambiante y tan irreal que es imposible adentrarse en la época.
Ya por fin hemos salido de los biopics de las hermanas Mirabal, de Duarte y matar a Trujillo varias veces; ya son pruebas más que suficientes que tal vez no es posible conseguir el dinero suficiente para alcanzar los valores de producción necesarios para realizar una película de época o que nuestros realizadores del género no han presentado la capacidad de saber trabajar dentro de sus posibilidades.
 
Escrito por Orlando Santos, Fuente: CineDominicano

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