Dominican Cinema

El Pelotudo (Critica)

En algún lugar del Bronx, Danny Almonte se retuerce en su cama.
Hay una escena en “The Fan” [dir. Tony Scott, 1996] que siempre me ha molestado como fanático de béisbol: Bobby Rayburn [Wesley Snipes] sale lesionado y es atendido fuera del play en lo que parece un largo tiempo y luego regresa al mismo juego en un deporte donde las sustituciones son definitivas y no como el basket en donde sales y puedes volver. Como fanático de béisbol me parecía un insulto que alguien tan preparado como Tony Scott tuviera tan poco cuidado en algo tan simple en una película sobre el pasatiempo favorito estadounidense. Claro, esto fue una molestia hasta que llegaron las entregas beisbolísticas de esta industria cinematográfica.
“El Pelotudo”, al igual que “Ponchao” y “Playball” busca contar tantas cosas que al final ni desarrolla bien una historia, ni logra su principal cometido que supuestamente es hacer reír. El béisbol se ha utilizado en el cine para destacar conflictos sociales [Sugar, 2008]; burlarse del capitalismo [Major League, 1994] e incluso intentar convertirlo en un thriller sobre un maníaco obsesivo [The Fan]. Pero en suelo dominicano, donde el béisbol es rey, estos realizadores primero parecen no saber absolutamente nada sobre el deporte, segundo no saben contar ningún tipo de historias y tercero son partidarios del “deja eso así” que envuelve absolutamente todo en este país.
Esta reciente entrega beisbolística no se tomo siquiera el cuidado de hacer una mezcla de sonido decente en donde los actores no parecieran que están en una película japonesa doblada y en donde los sonidos no parecieran que fueron realizados en el parque del residencial donde viven algunos de sus actores. La “película” suena tan mal que de manera impresionante es peor que los diálogos y las actuaciones mediocres, status quo del cine dominicano, que continúan su racha de brindarle a la audiencia vergüenza ajena por encima del entretenimiento.
La historia no podía ser más disparatada. Un argentino quiere jugar béisbol y descubre que en su barrio de Buenos Aires vive una estrella pasada de las grandes ligas, un pitcher cubano que en un flashback te destacan que su carrera no pudo haber sido más que una temporada ¿entonces como es este cubano una estrella reconocidísima del béisbol mundial?. “El pelotudo” también demuestra su verdadera cara cuando, como en películas dominicanas anteriores, los protagonistas hacen cosas malas y son celebradas por ellas mientras que los malos utilizan la razón y son castigados por ello.
En esta magna obra, los buenos cometen actos de corrupción de los cuales al final no les trae ninguna consecuencia. El protagonista argentino, cambia su identidad y es descubierto solo para dejarnos con la posible idea de que de todas formas logró su sueño de jugar en Grandes Ligas. Un veterano jugador, el principal responsable del cambio de indentidad, es acusado de utilizar esteroides y que por eso regresa a su país por un miembro de la prensa y el periodista es el malo [claro, los realizadores hacen todo lo posible para que el periodista parezca el chismoso busca pleito en contra del galán jugador] y claro, no podía faltar el chantaje que le hacen al compañero del periodista por ser homosexual para que la noticia de la corrupción no sea pública.
Al final, este producto es un doble insulto para la audiencia. Primero es un producto que no está terminado y sin embargo están cobrando por ello y segundo es asqueante en la presentación de sus horribles personajes y su horrible historia. Aquí en República Dominicana se usa muy a la ligera la frase “comedia para toda la familia” y también se usan muy a la ligera palabras como “cine”, “película” e “industria”. Por productos como este es que los realizadores viven gritando que se debe apoyar el “cine dominicano”, pero deben comprender que ya el dominicano lo está haciendo. Con la ley de cine, el estado deja de percibir un dinero para que se hagan estas atrocidades y eso o hay que revisarlo o hay que pararlo porque ninguna de estas producciones aportan nada ni a la cultura ni al entretenimiento masivo que ellos tanto abogan.
 
Escrito por Orlando Santos, Fuente: CineDominicano

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