Dominican Cinema

La Familia Reyna (Critica)

A través de la historia ha sido costumbre que cada pieza artística que se exprese a favor de una religión -o vaya en busca de una moraleja positivista a partir de la benevolencia religiosa- se convierta en un bombardeo de panfleto religioso. Ejemplo del cine dominicano sobre este asunto son “películas” como “A ritmo de fé” o “Cristiano de la Secreta”, donde se bombardea el mensaje de que “es imposible vivir sin la palabra del Señor en tu corazón”.
Por suerte “La familia Reyna” no es así, y es una de las características encomiables que tiene. Su principal referencia religiosa son los nombres: Abraham, Isaac e Ismael.
El filme de Tito Rodríguez cuenta con una premisa interesante para un drama familiar exitoso: el hijo querido de la familia que es tanto la perdición como la salvación de esta y el hermano sacrificado que no es apreciado. Lo que evita a “La Familia Reyna” ser precisamente un drama exitoso, es lo pobremente desarrollado de sus personajes y de su historia.
“La Familia Reyna” tiene su principal fallo en el guión. Las lagunas de los personajes y la historia son notables en el primer cuarto de la película. La historia, y sus personajes, dependen demasiado de que la audiencia llene los huecos con sus emociones.
No hay un minimalismo efectivo. De hecho cada escena cuenta con una demasía innecesaria de planos, y en reiteradas ocasiones parece ser que vemos la misma escena con un ligero cambio -una especie de deja vú- reiterando de una manera muy vaga el odio de Ismael [David Maler] a la localidad donde vive.
Lo mismo ocurre con las particularidades de los demás personajes: el padre [Cuquín Victoria] se molesta y pelea en reiteradas ocasiones; Isaac [Danilo Reynoso] se empecina en ser el responsable; y la madre [Adalgisa Pantaleón] se nota siempre triste. Es una mezcla extraña de poder contar la historia en menos y más tiempo. Decimos “menos” por los recursos reiterativos de los que sufre la historia y “más” por la necesidad de desarrollar cada uno de estos personajes.
Aunque el guión no es de Rodríguez, es de Carlos Quezada [y este es su último trabajo frente a las cámaras también], tiene el mismo percance que el cortometraje “Papá está en el cielo” [de autoría del mismo Rodríguez], un filme bien logrado visualmente pero que espera que la audiencia complemente lo restante con su conocimiento de la historia, en el caso del cortometraje, o por experiencias, en el caso de “La Familia Reyna”.
Hay que precisamente destacar el trabajo detrás de cámara realizado para la película. La dupla de Francis Adamez y Tito Rodríguez se une de nuevo para retratar la hermosa localidad de Constanza y lo logra con creces. Esto no significa que en la historia se destaque verbalmente que se encuentran allí, sino más bien que la película retrata una localidad remota en donde un hermano no se encuentra y el otro se siente obligado a existir, dándole universalidad a una historia dramática con la que cualquiera se puede identificar.
El filme también ha servido para destacar que sí existe un talento en Maler, en Cuquín [cuando no intenta ser un catatónico repartidor de mentas] en Evelyna Rodríguez y Carasaf Sánchez. Talentos que pudieron haber sido destacados en varias ocasiones a pesar de las faltas en el guión que representaban.
“La Familia Reyna” también demostró la fuerza que tenía Carlos Quezada en pantalla. Su presencia no supera los cinco minutos y, como quiera demuestra lo orgánico y honesto que era frente a las cámaras. Una escena en particular, la última en la que sale junto a Danilo Reynoso, demuestra que realmente hemos perdido una joya de talento.
Con sus fallas, “La Familia Reyna” demuestra dos cosas: que para bien o para mal merece ser debatida y que Rodríguez, a lo largo del camino, puede presentar una que otra buena historia dominicana.
 
Escrito por Orlando Santos, Fuente: CineDominicano

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