Dominican Cinema

Reinbou (Critica)

La opresión en Latinoamérica es una estampa de la región. Las dictaduras y sus remanentes son parte de lo que nos identifica y nos une, por eso ha sido ampliamente retratada en el cine latino e incluso se ha convertido en una especie de subgénero hacerlo desde la perspectiva infantil porque los responsables son precisamente niños/niñas de las dictaduras y el arte, como siempre, sirve de catarsis.
Recientemente también se ha retratado la opresión de la oligarquía por el extraordinario Kleber Mendonca Filho en las joyas “Sonidos de Barrio” y “Aquarius”. Sin embargo, el cine dominicano parece estar de espaldas a crear memoria o interés sobre estos sucesos, por eso “Reinbou” termina siendo una producción extraña y llega con mucha tardanza.
Claramente inspirada en “El Laberinto del Fauno” de Guillermo del Toro, la película co-dirigida por Andrés Curbelo y David Maler es una puesta en escena hermosa, de esas que rara vez encontramos en las producciones locales. La ambientación de diferentes tiempos, las actitudes y sus personajes están tan bien cuidados que es fácil transportarse al tiempo que “Reinbou” quiere reflejar.
Sin embargo hay algo muy importante que falla en “Reinbou”. Por más destacables que sean las mayorías de las actuaciones, es imposible crear empatía con los personajes por lo diezmada y mal llevada que está la historia. La narrativa no tiene un guía en específico que sea el centro de la atención. Por momentos Maceta [el jovencito Erick vásquez] parece ser el centro de atención, y debería serlo durante la mayor cantidad del filme, pero su importancia es constantemente compartida frente a cámara con los personajes de Nashla Bogaert, Héctor Aníbal y, cerca del final, David Maler.
La película confunde sus prioridades desde el inicio cuando es Puro León [Aníbal] el primer personaje que reconocemos. Luego Inma [una especie de versión dominicana de Maribel Verdú en el Laberinto del Fauno] y posteriormente el villano de la historia Mr. Horton [Greg Germann] ocupan demasiado protagonismo por encima de lo que se nos está revelando a la audiencia con los descubrimientos de Maceta. Esto continúa cuando Molina [un extraordinario Gerardo Mercedes] recibe no una, pero dos revelaciones de su personaje. Una de ellas, la primera escena del bar, de lo mejor logrado en la película.
Es una lástima que teniendo una destacable puesta en escena y valerosas actuaciones, no se genere tanto interés en torno a los personajes y lo que les ocurre. La narrativa también se pierde un poco cuando es establecido un espacio de tiempo durante el film y la elipsis transcurrida con las visitas de Maceta al campo de golf y los regresos a casa de Inma parecen sobrepasar el par de días que se había establecido previamente.
La idea de que un campo de golf, el deporte más popular de los ricos, fuese la cobertura de los “tesoros” que encuentra Maceta que van mejorando la actitud de su pueblo y revelan los secretos del pasado es una metáfora interesantísima, eso es innegable, pero el ritmo, el manejo y el montaje de la historia que cuenta ya con un guión que se siente, en comparación a la puesta en escena y la mayoría de sus actuaciones, como un trabajo sin terminar. En fin, mientras la película presenta una puesta en escena interesante, no logra empatía con la historia y sus personajes y tiende a aburrir un poco.
 
Escrito por Orlando Santos, Fuente: CineDominicano

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