Dominican Cinema

Sambá (Critica)

El deporte ha sido retratado innumerables veces en el cine. El apogeo de este retrato, en lo referente al béisbol, vino a finales de los 80 y principios de los 90 en una especie de intento por retomar la atención de la audiencia por el deporte. No fue hasta el 1998, en la batalla de cuadrangulares de Sammy Sosa y Mark McGwire, que la atención del fanático regresó en masas por este deporte. Pero ese es otro tema.
Lo curioso del retrato del deporte es que cuando ha triunfado en el cine, en términos de crítica, ha sido porque el filme retrata otra situación por encima del deporte; el deporte termina siendo puro trasfondo de la historia.
En su primer y tercer acto “Sambá” tiene esto bien claro. Presenta el inicio de un drama social y familiar en donde el boxeo sirve como trasfondo. La alegoría de la violencia como escape. También sirve para presentar algo que le ha preocupado durante toda su cinematografía a ambos directores y es la educación y a donde lleva a las personas la falta de [o el acceso a] ella.
Sin embargo, es precisamente la historia que presenta el principal talón de Aquiles de “Sambá”. El no ser un guión de Laura Amelia e Israel tal vez provoca que el lenguaje narrativo visual no conecte del todo con el guión. Mientras que en escenas sutiles en las que nos encontramos con Leury [Ricardo Ariel Toribio] y Pintu [Acentoh] que nos brindan información suficiente sobre los personajes, el filme tiende a durar mucho con Nichi Valente [Ettore D´Alessandro] frente a pantalla cuando claramente es un personaje secundario. La flaqueza del segundo acto de “Sambá” llega a su cúspide cuando Cisco [Soto] escucha a Nichi y Luna “conspirar” de alguna forma contra su salud. Esta escena parece más sacada de una novela televisiva que de una película. Es el principal ejemplo de lo débil que es el guión durante la mayoría del filme, en especial en esta porción del filme.
Esto no significa que Nichi, o ninguno de los demás personajes sea el problema. Los personajes están claramente detallados y tenemos la capacidad de conocer quiénes y como son con lo que nos brindan en pantalla Guzmán y Cárdenas. Empero, era vital mucha más información de la relación entre el protagonista Francisco Castillo [Algenis Pérez Soto] y Leury. También era necesario un poco más de tiempo en pantalla para Luna Torres [Laura Gómez]; tiempo que fue agotado en la porción menos importante de la historia, que eran los conflictos de Valente.
Las actuaciones son destacables, Algenis Pérez Soto continúa una evolución en su lenguaje corporal y facial que se convierten en su principal atributo. Hace ya diez años lo vimos dar una de las mejores interpretaciones en “Sugar” y aquí utilizan ese talento lo mejor posible. Ricardo Ariel continúa también un crecimiento en su talento frente a las cámaras que ya vimos en “Dólares de Arena” y está bien acompañado en las escenas con Acentoh. Ettore D´Alessandro demuestra un carisma peculiar y Laura Gómez presenta la fuerza que la ha destacado en series como “Orange is the new black”.
El lenguaje visual de Guzmán y Cárdenas, al igual que el cine iraní y de cineastas de renombre como el reciente ganador del Oscar a mejor película por “12 years of slave”, Steve McQueen, es un arma de doble filo. Todos cuentan mucho mostrando muy poco, aprovechando lo más que pueden la imagen que presentan y lo que pueden contar desde detrás de cámara o sólo con sonidos. Guzmán y Cárdenas son extraordinarios en esto y un ejemplo de eso es la escena en la que Francisco llega por primera vez a la casa de su madre y esa llegada la escuchamos mientras vemos las reacciones de Leury en la habitación. Sin embargo, fácilmente este lenguaje puede pecar de casi no revelar información necesaria para la historia y esto ocurre frecuentemente durante este filme y con la historia principal de la película.
Visualmente, “Sambá” continúa la labor interesante que viene estableciendo esta dupla detrás de cámara. Con algunas toma sobreexpuestas y otras escenas que tal vez funcionan mejor de noche [Leury llegando a la casa para ser regañado por Francisco / Luna llevando a Francisco a la casa], Laura Amelia e Israel siguen mostrando un crecimiento y una exploración de cómo contar visualmente una historia. Un estilo que ha ido evolucionando para bien desde su primera película “Cochochi”, un estilo que ahora se apoya bastante en la mezcla de sonidos y en una selección musical impecable. Anteriormente vimos cómo “Dólares de Arena” se mostraba más como una bachata de Ramón Cordero que como una adaptación del libro homónimo de Jean Noel Pancrazi; en esta ocasión aprovechan las escenas de boxeo para ir mostrando una evolución narrativa a través de la música que va desde dembow y mambo violento hasta música clásica.
 
Escrito por Orlando Santos, Fuente: CineDominicano

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