Dominican Cinema

Todas las Mujeres son iguales (Critica)

La comedia en República Dominicana ha sido el género más popular y más taquillero en la historia del cine dominicano. Sin embargo, contrario a lo que se pueda pensar, no es el género que más se ha realizado en nuestro país. Tampoco -salvo lo decente de su propuesta técnica- ha sido el mejor tratado.
En nuestra (todavía) pequeña y emergente industria, la comedia ha fallado una y otra vez en representar la idiosincrasia dominicana y en presentar una comedia que perdure más allá de las salas de cine. Léase, que se comente y se continúe hablando de ella luego de su estadía en los cines porque sabemos que aquí, aún, no hay vida en los Blu-Ray/DVD y/o compras digitales.
Salvo lo que todavía se comenta de “¿Quien manda?” como decente ejercicio dentro de la comedia romántica, el género se ha quedado estancado en el tan mencionado “esquechismo” de la televisión dominicana y en el bombardeo publicitario asqueante. “Todas las mujeres son iguales” rompe un poco la tendencia cómica “errediana” pero se estanca en una falta de coherencia y en un pobre desarrollo efectivo de sus personajes.
El principal problema de la película dirigida por David Maler es darle una especie de continuidad a una propiedad intelectual tan mala como “Todos los hombres son iguales” del director español Manuel Gómez Pereira,película que fue adaptada el año pasado por Miguel Alcántara y que dirigiera el mismo Pereira en una de las más aburridas y desfasadas comedias en mucho tiempo. Considerando la irreverencia y la comedia visual que si funciona en este filme, lo mejor tal vez era haber creado un universo completamente diferente.
Si tomamos en cuenta a “Todas las mujeres son iguales” dentro del universo de la película anterior dirigida por Pereira, el filme no hace ningún sentido. Existen aquí personajes que tal vez debieron ser piezas claves en la vida de Manolo [Frank Perozo] y que aquí aparecen como sus mejores amigos. Claro, lo ridículo de la comedia hace que esto sea un punto inválido, pero el constante recuerdo de la vida pasada de Yoli [Nashla Bogaert] y el intento de meter melodrama en un filme que debió ser irreverente y ridículo de principio a fin, hacen de la narrativa algo muy inestable.
“Reinbou”, película co-dirgida y co-escrita por Maler, sufre de los mismos problemas. La historia es incoherente, igual que el ritmo de su narración, y los personajes sufren por ello. Es imposible crear una empatía real con ambos elencos, a pesar de lo decente y buenos que están en ambas películas. En especial Lia Briones, Yasser Michelen e Iris Peynado en esta ocasión.
Sin embargo, cuando la película quiere ser ridícula y cómica, lo es… ¡y de una manera muy orgánica! La escena del funeral al inicio, en su mayoría, es efectiva. Igual la relación entre sus cuatro personajes principales interpretados por las ya mencionadas Nashla, Lia, Iris y Cheddy García (quien claramente necesitaba más tiempo en pantalla).
Por su lado, la contraparte masculina es lo más débil de la película. Mientras que Michelén logra mucho con su rol, lo mismo no sucede con Kenny Grullón y Frank Perozo. El primero se salva por las situaciones y el timing cómico de sus escenas como padre de familia y esposo de Pachy [Cheddy García] pero Perozo sufre de tener mucho tiempo en pantalla, junto a Nashla, y de revelar que está haciendo el mismo personaje una y otra vez a lo largo de su historial fílmico.
Hay una influencia visual correcta en las intenciones de Maler, y un enfoque cómico que no se había representado aquí en el país. Tal vez, sin las directrices de una producción ejecutiva, la supuesta presión de agradar a una audiencia masiva y la necesidad de apabullar a los asistentes con marcas de bebidas alcohólicas porque sí, más adelante crezca la irreverencia y la ridiculez en una futura comedia que podamos disfrutar de principio a fin. También existe un guiño a “¿Quién Manda?” [película protagonizada por Bogaert y Perozo] que funciona más como broma interna, considerando la cantidad de personas que vieron o recuerdan aquella película, que como parte orgánica de esta producción. Es también la única ocasión en que los personajes rompen la cuarta pared, haciendo cómplices a la audiencia como en la película de Ronni Castillo. Es un momento simpático pero todavía no tenemos una industria tan consumida como para hacer referencias a otros filmes locales.
A pesar de lo destacado, y mencionando su pobre edición y fotografía, uno se ríe y se ríe mucho en muchas ocasiones durante “Todas las mujeres son iguales”; si solamente todo hiciera sentido fuese un gustazo en su totalidad.
 
Escrito por Orlando Santos, Fuente: CineDominicano

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