Dominican Cinema

Trabajo Sucio (Crítica)

Extraído de Wikipedia: “El efecto Dunning-Kruger es un sesgo cognitivo, según el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas, midiendo incorrectamente su habilidad por encima de lo real. Este sesgo se explica por una incapacidad metacognitiva del sujeto para reconocer su propia ineptitud. Por el contrario, los individuos altamente cualificados tienden a subestimar su competencia relativa, asumiendo erróneamente que las tareas que son fáciles para ellos también son fáciles para otros.

David Dunning y Justin Kruger de la Universidad de Cornell concluyeron que: «La sobrevaloración del incompetente nace de la mala interpretación de la capacidad de uno mismo. La infravaloración del competente nace de la mala interpretación de la capacidad de los demás.».”

En diferentes industrias de cine, cada género fílmico tiende a tener dos extremos: el burdo éxito comercial y la aclamada “comprendida por pocos” no tan popular. Entre ambos extremos existe un puente de interesantes y no tan interesantes propuestas. En la comedia dominicana existe una “interesante evolución”: comenzando tal vez desde el “punto final” que serían las tragicomedias de Ángel Muñiz, retrocediendo hasta los bodrios comerciales de Roberto Salcedo, Alfonso Rodríguez y Archie López. Y, en el medio del puente que busca “unir” ambos tipos de comedias, encontramos entonces trabajos como “¿Quién Manda?” y más recientemente, “Colao” y “Trabajo Sucio”.

En ese trayecto se busca mantener lo que hace efectiva para las masas a las comedias de Salcedo y López; y lo destacable que ha encontrado la crítica en trabajos como los de Muñiz. Allí, en nuestro cine, nos hemos tropezado con una soberbia de un esfuerzo extraordinario por sonar y/o parecer inteligente, que contar una buena historia. Allí encontramos perfectamente a “Trabajo Sucio” y su relación con la primera porción del efecto Dunning-Kruger.

La producción dirigida por David Pagán encuentra sus principales fallas en lo que exhibe: Sus interpretaciones, guión, diálogos y argumento. “Trabajo Sucio” es una producción que no entiende de sutileza y encuentra necesario bombardear a la audiencia con la mayor cantidad de “información” que considera válida. Por ejemplo: Al jardinero, su esposa le es infiel así que es representado casi tartamudo, inseguro y para rematar quedándose calvo; a la esposa, creída, posesiva y super celosa, y así sucesivamente son representados cada uno de los personajes, explotando con demasía cada una de las cualidades que se cree son representativas de cada uno.

Esta sobredosis, al igual que la plétora de diálogos, se convierte en ruido. Una cantidad de información que no cede al descanso ni al respiro entre un momento u otro. Una apertura a la reiteración, aparentemente cómica, que harta; las interpretaciones caen en un círculo vicioso de histrionismo absurdo [no en el buen sentido de la palabra]. De Cheddy García, Nashla Bogaert, Kenny Grullón, Yasser Michelén, El Mayor, Ana María Arías, Frank Perozo, Vicente Santos, el que está más decente es El Mayor porque desde casi el inicio de la película lo que hace es interpretar a un muerto.

El problema principal que tienen como intérpretes y la película desde su guión y su dirección, es el mismo de casi todas las comedias dominicanas más recientes y la mayoría de las producciones de Bou Group y Héctor Valdez [productor ejecutivo aquí] es que son copias de algo existente. Copias y no un conducto para un mensaje en particular.

Por ejemplo, Muñiz ha tomado claramente influencia directas del realizador mexicano Luis Estrada y una película como “Perico Ripiao” parece ser una adaptación dominicana de la película de los hermanos Coen “O brother where art thou?”. En estos casos Muñiz utiliza estas influencias para transmitir un mensaje que él como realizador tiene bastante claro: la crítica político social. También, en el caso de “Perico Ripiao” y la película de los Coen, y cualquier roadmovie, la inspiración más trascendental seguirá siendo “La odisea” de Homero pero ese es otro caso.

Pagán y José Ramón Alama, director y escritor de “Trabajo Sucio”, buscan “inspiración” en una película panameña llamada “Chance” de Abner Benaim. En vez de utilizar la inspiración como conducto, sirve más como un intento de adaptación dominicana concentrándose más en el intento constante de hacer reír que contar una historia coherente. La denuncia, la narrativa sobre la corrupción, cae como una porción de argumento que “hay que decir, por decirla”. Es el efecto Dunning-Kruger de tratar un tema del que no se tienen ninguna capacidad de tratar.

“Chance” de Benaim no es la mejor de las comedias latinoamericanas, ni cuenta tampoco con las mejores interpretaciones pero Benaim tiene algo muy claro aquí: la soberbia, la diferencia de clases, la esclavitud moderna, la explotación. Es palpable, aunque no se dice a cada momento, la actitud de los que más pueden de que el pobre es un malagradecido. En “Trabajo Sucio”, lo poco que pudiera destacarse de la corrupción y un argumento real se pierde entre tanto ruido. Ruido que es una costumbre no sólo de la mayoría del cine dominicano, sino del cine masivo a nivel internacional. Para un ejemplo clarísimo de esto sirve comparar la “Ghostbusters” de 2016 de Paul Feig con la “Ghostbusters” de Ivan Reitman de 1984.

Más allá de los argumentos y las interpretaciones, la producción cuenta con una pobre mezcla de sonido, la sincronización del diálogo parece perdida en momentos y la especie de manto azul, que parece ocupar el espacio de la colorización, es responsable de exaltar el pobre retrato que ya tenían sus personajes. La edición parece automática y solamente responde a lo que tiene a mano.

La sátira y la caricatura cuesta mucho realmente, una cosa es hacer reír y otra cosa es crear una narrativa sustanciosa a través de estos dos géneros artísticos que aunque sí cuentan con la risa, no dependen exclusivamente de ella.

Lo único destacable de “Trabajo Sucio” es que al final existe la representación de una actitud muy politiquera y muy dominicana: el deseo de quitar a alguien para subir y que no necesariamente refleja la necesidad de un pueblo y que la corrupción, la riqueza y abundancia inmediata, es una acción que se critica porque no me beneficia a mí. Aquí ningún personaje es bueno y/o decente y eso no es necesariamente malo, es un breve retrato necesario que la sociedad debe cambiar.

Al final, “Trabajo Sucio” es una más de una cantidad de producciones que parecen venir de la maquinaria de vapor de hacer cine lo más rápido posible en busca de un beneficio económico que brinda la ley de cine. Más o menos la corrupción que falla de manera garrafal en retratar, satirizar y tal vez criticar esta, tan sucia, producción.
 
Escrito por Orlando Santos, Fuente: CineDominicano

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