Dominican Cinema

Y a Dios que me perdone (Critica)

El 2008 marcó un hito en la historia del cine dominicano al registrarse el estreno de unas ocho películas, cuando por lo regular la norma era de una o dos por año hasta esa fecha. Una de esas películas dominicanas fue “Ladrones a Domicilio”.
Este filme de Ángel Muñiz sirvió para destacarlo como el único director que hacía cine de autor en República Dominicana. Era claro ya que la denuncia era y seguiría siendo palpable en su cine, y que la misma estaría representada ante conflictos sociales, personajes netamente dominicanos y una preocupación política que siempre le ha acompañado.
A partir de ese año otros autores se han destacado con una misma voz tanto en largometrajes como en cortometrajes: Bladimir Abud, Johanne Gómez, Alexander Viola, Andrés Farías, Leticia Tonos, Yanillys Pérez y la dupla Laura Amelia Guzmán-Israel Cárdenas, citar algunos.
Muñíz -que es lo mismo que decir su cine- se destacó precisamente por el detalle que presentaban sus personajes principales en tanto su idiosincrasia. El Balbuena de Muñiz en “Nueba Yol: ¡Por fin llegó Balbuena” no es el mismo Balbuena de Luisito Martí en todos los segmentos de comedia que precedieron a la película.
Así mismo, la camaradería de Francisco (Raymond Pozo), Mauricio (Manolo Ozuna) y Manuel (Phillip Rodríguez) en “Perico Ripiao” es un ejemplo de cómo crear empatía con la audiencia mientras se destaca uno de los momentos más difíciles de la historia contemporánea dominicana. Finalmente, en “Ladrones a Domicilio” tenemos a Bruno (Manolo Ozuna), el padre inquebrantable que hará todo lo posible porque sobrevivir y que su hija tenga la educación que se merece.
Todas han contado con una coherencia implacable, en una tragicomedia que le ha funcionado perfectamente a Muñiz y le ha servido para “dominicanizar” claras influencias de películas como “La Ley de Herodes” de Luis Estrada y “O brother where art thou?” de los hermanos Coen.
Sin embargo, alejarse de la comedia es el principal problema que reconocemos en “…Y a Dios que me perdone”, una vociferación incoherente que se extiende muchísimo más de lo que merecía.
La denuncia está allí todavía, y es más clara en la extraordinaria escena entre Toribio Sosa (Johnnie Mercedes) y Plomo (Gerardo Mercedes) que destaca claramente el sentimiento de la película y la rabia y pasión que debería cargar. Pero todo lo que ocurre antes y después es un conjunto de vergüenza ajena que nos sorprende por la experiencia de Muñiz y todo el talento que está frente a pantalla.
Un filme es una combinación de todo: puesta en escena, actuaciones, sonido, dirección, fotografía… y cuando cada una de estas acciones fallan, es muy difícil transmitir el mensaje o entretener. Visualmente es la película más fea de Muñiz, y esto tomando en cuenta que “Nueva Yol” no ha envejecido muy bien precisamente en ese campo.
La música y la mezcla de sonido es otra de las facetas de las películas que deja mucho que desear, en un afán por hacer aún más “poderosas” las escenas de ira y de dolor que -sin embargo- con los pobres diálogos y las no tan convincentes hacen de estas “poderosas” escenas muy difíciles de ver.
La idea de pasar la película en televisión local y en redes sociales fue la mejor decisión. La producción no ameritaba una sala de cine y probablemente no tendría ninguna recepción considerando el panorama actual de las salas.
Muñiz también puede que haya logrado destapar una forma de distribución de películas que le pudieran servir a producciones más pequeñas cuya duración en las salas comerciales sería nula porque no cuentan con el apoyo del mercadeo o de una audiencia que se da cuenta tarde cuando una película que no le hayan bombardeado constantemente en la cara está en cartelera.
Empero, incluso para los aspectos actuales de la televisión “…Y a Dios que me perdone” se queda muy corta.
Esta es sin duda alguna la película menos lograda de Muñiz. Sus personajes no están construidos de la misma forma que los mencionados hace algunos párrafos. Las actitudes, la elipsis de las películas, las acciones en su mayoría se tornan incoherente, en especial todo lo concerniente a Francisco Viau [Jean Jean] que no logra calar como el periodista súper serio con el -aparentemente- programa de mayor rating de la televisión [momentos que no sé si destacar como positivos o negativos de la película porque son una representación precisa de lo mala que es la televisión local en la mayoría de sus producciones].
Al final, además de los problemas que ya he destacado, la película puede ser comparada a alguien que te grita a todo pulmón en la cara todo los males que le aqueja. O sea, puede y de seguro tiene razón en todo lo que dice, pero no lo está comunicando de la mejor forma y el mensaje se pierde. Si no fuese por esa breve escena entre Johnnie y el Cuervo Mercedes, donde ambos explotan el talento que tienen como actores, sería aún más difícil sacar un poco de razón de algo que parece una cantaleta sin sentido de casi dos horas.
 
Escrito por Orlando Santos, Fuente: CineDominicano

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