Dominican Cinema

Yo soy la Salsa (Critica)

Justo al inicio de la película, en la primera visual de pietaje original, Johnny Pacheco responde a la pregunta de ¿qué vamos hablar? con la jocosa respuesta, y estoy parafraseando, “depende, hay cosas de mi vida que no te las puedo decir aquí”. Es esa respuesta lo que le da el tono en el que será llevado el documental “Yo soy la salsa” de Manuel Villalona.
Villalona hace honor al nombre de su documental cuando la salsa es la protagonista constante de la película. Claramente se destaca que quién es la salsa es Johnny Pacheco, pero al final el gran músico dominicano no es del todo el protagonista de esta historia. La película no trata de su vida en su totalidad y tampoco aborda relaciones mucho más allá de la música con sus compañeros de la Fania; es, sin embargo, un retrato ejemplar de lo que significó este género musical para diáspora latina.
Un punto que puede servir a favor y en contra de “Yo soy la salsa” es el hecho de lo tímido que es, incluso con el tema que más domina. Regularmente una película que desees que haya durado más significa que es buena, en este caso a uno le queda el sabor en la boca de cosa que uno quiere que se hayan profundizado más o tratado con más tiempo. Las testimonios tanto de Johnny Pacheco como personalidades de la música que lo idolatran y que compartieron con él durante su carrera artística parecían más que suficiente para contar una encantadora historia sobre uno de lo géneros más ricos de bailar. Tanto así que pareciera ser casi innecesario esas recreaciones ficticias a las que recurrió Villalona para completar su documental.
Esas ficciones representadas por Danilo Reynoso como Johnny Pacheco son otro punto que se puede considerar a favor y en contra del trabajo cinematográfico. En una ocasión, la dramatización sirve para representar la pérdida de uno los más grandes amigos de Pacheco: Pete Conde. Por otro lado, estos segmentos parecen intentar unir una escena con otra que en ocasiones se sienten de manera natural y en otras no tanto, pero es uno de esas herramientas con las que la audiencia pudiera vivir sin ellas perfectamente.
“Yo soy la salsa” también se destaca en algo, su decisión de mantenerse solo en la salsa. Existieron ocasiones en la película en las que parecía que abordaría temas como la adicción de las drogas en la salsa cuando se menciona a Hector Lavoe o las conquistas amorosas de Pacheco cuando se trata brevemente lo solo que parece sentirse ante tanta fama pero de inmediato retoma el enfoque de la salsa. Esto hace del documental politicamente correcto, sin tomar ningún riesgo narrativo, pero lo mantiene bastante entretenido.
Lo visual es tal vez lo más criticable de este trabajo. Las transiciones entre las imágenes de archivo, la ficción y el homenaje en vivo realizado el pasado año es tal vez lo menos orgánico. De hecho el homenaje, tratado más como concierto [porque lo era], no muestra un documento cinematográfico de similar interés a lo demás más allá de las canciones interpretadas durante el mismo. Es muy difícil para un documental llegar a los estándares visuales a los que nos tienen acostumbrados las grandes producciones y el trabajo de Villalona no es la excepción. Imágenes pixeladas y la fotografía tanto en los testimonios como en la ficción dejan mucho que desear y eso en cine se nota a distancia.
“Yo soy la salsa” deja también un debate que vale la pena tener. Claramente un producto perfecto para televisión ¿pudiera tener un documental en este país audiencia si se presentara en la pantalla chica? ¿Si no es en el cine, pese a las deficiencias visuales que han mostrado no solo los documentales sino los largometrajes de ficción, donde más pudiera presentarse un trabajo de este estilo?
 
Escrito por Orlando Santos, Fuente: CineDominicano

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