Dominican Cinema

Cuentas por Cobrar (Critica)

En el cine no podían existir dos tipos de encarnaciones del mal más disparejas que las creadas por Shane Black para las películas de acción ochenteras/noventeras y el Anton Chigurh de “No country for old men”, interpretado por Javier Bardem. Mientras que de un lado, Black se basa en la antítesis de su protagonista al estilo de los cómics para crear una cuasi caricatura de ser malvado; en el filme de los Coen, en el libro de Cormac McCarthy, Chigurh es la representación del mal que avisa tiempos más violentos y la destrucción real, total.
“Cuentas por cobrar” navega estrepitosamente entre ambos mares. Los personajes de Jean Jean e Irving Alberti como los villanos, parecen caricaturas de películas de acción, mientras que con Alberti se busca también la imagen del mal que se avecina, al estilo de Chigurh. Es en esta indecisión, que parte de su ingenuo guión y diálogos, que el más reciente filme de Ronni Castillo fracasa en contar una historia coherente e interesante.
El filme parece estar más preocupado por el destinatario -a quién le cuenta la historia-, que por contar una historia en sí. Los momentos cómicos, más que orgánicos, parecen posicionados allí para satisfacer a una audiencia que se cree incapaz de llevar las riendas de un drama social como el que intenta presentar Castillo. A final de cuentas, ocurre el efecto “Andrea”: hay que decidir entre morir de la risa por vergüenza; o resignarse a pasar el mal rato.
La historia, de supuesta redención, narra las vicisitudes de un recluso que al salir de la cárcel debe encontrar la forma de hacer dinero para poder llevar a su recién nacido hijo enfermo al hospital. El peligro de la vida del infante es mostrado desde el inicio del filme pero casi a la mitad de la película ese peligro deja de ser palpable, se torna aburrido y es sabido que el retrato violento y sombrío que se intenta representar terminará en un final feliz, digno de la ingenuidad de su guión, pero no acorde al retrato social buscado en pantalla.
“Cuentas por cobrar” tiene sus momentos y existe allí una buena historia, pero está oculta. La película es otro vivo ejemplo de que el cine dominicano se está llenando de ideas perdidas en lugar de buenas películas. El vaivén de la historia refleja poca confianza en lo que se quiere contar, confianza que sí demostró a principios de año Bladimir Abud con su “A orillas del mar”.
Es lamentable que con talento de la escala de Richard Douglas y Jalsen Santana en pantalla, -a quiénes hemos visto hacer maravilla con poco-, no se pudiera lograr un drama de peso, como el que son capaces de brindar ambos actores. Por otro lado, la fotografía es adecuada para este retrato social, las escenas del mercado y una que retrata uno de los momentos más viles del personaje de Irving Alberti son de lo poco positivo que podemos destacar de este filme.
Aunque “¿Quién manda?” fue una película más ligera en tono, y Ronni Castillo ha declarado que “Cuentas por cobrar” es una película más personal para él, ese parece ser un género y un ambiente en el que el director se ha visto más cómodo. Incluso en “El que mucho abarca”, que parece más una película de encargo que otra cosa, hay más honestidad y atención que en este drama.
Debe existir un mejor cuidado en este tipo de películas. Tanto a críticos, cinéfilos, otros directores y a la misma audiencia les encanta mofarse de las “películas” de Roberto Ángel Salcedo, pero la realidad es que esas producciones, por lo regular, están mejor logradas que las que denominan “cine diferente”. Si se sigue por ese camino, estas películas serán mayoría en cuanto a alternativas de cine popular, lo que estará reduciendo (de nuevo) la posibilidad de que puedan ser realizadas y proyectadas otras “A orillas del mar” o documentales como “Nana” y “Caribbean Fantasy”.
 
Escrito por Orlando Santos, Fuente: CineDominicano

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